Existe una infinita lista de motivos por los que las personas deciden emprender, pero para César Angulo, dueño de la cafetería Fikar, lo fue el querer tener un mayor control de su futuro y poder hacer las cosas a su manera.
César es un ingeniero mecánico que tenía años trabajando dentro del mundo industrial, rodeado de máquinas y estrictos lineamientos empresariales, “realmente puedo decir que estaba disconforme con las formas, los procesos, quería dar más, hacer las cosas como las pensaba no como las ordenaban, por eso quise emprender y hacerme totalmente independiente”.
Explica que llegó al mundo del café sin pensarlo, siempre se imaginó con algo más social, de encuentro, poner un local donde la gente se pudiera reunir, compartir, leer, y de allí surgió la ida de la cafetería.
“Iniciarme con la cafetería fue fortuito, pero una vez que pude investigar y entender cómo funcionaba el tema me animé e iniciamos el proceso, lo más difícil fue enfrentar los errores cometidos, ocupé un espacio de la casa para hacer el local, arquitectos, maestros y no vimos que el uso era residencial no comercial, todo un tema, pero se pudo solucionar”.
Comenta que el nombre Fikar proviene de una palabra sueca que significa encuentro, y que además de ser una cafetería, también tienen una pequeña biblioteca al interior, “no todos vienen acompañados, muchos vienen a disfrutar un café con una lectura, el cliente puede sacar un libro y comentar en un formulario el motivo de elegirlo y después lo devuelve, nos ha ido súper bien con esto.”
Para los nuevos emprendedores les recomendó paciencia y constancia, asegurando que el éxito no se consigue el mismo día que se abre la cafetería, “demoré casi dos meses en poder ver que sí sería rentable, el ideal es que siempre esté lleno de clientes, pero toma tiempo, esfuerzo y sacrificios, sobre todo estar preparado para autofinanciarse por ese tiempo”.