Para muchos, la calidad del café depende del grano, su origen y de cómo lo prepara el barista, pero la verdad es que, aun teniendo el mejor café cultivado en suelos a altura ideal, es la tarea del recolector el eslabón fundamental de la cadena de producción.
El recolector de café ejecuta una labor que requiere experiencia y constancia, es un trabajo que va pasando de generación en generación en las zonas de siembra. El oficio consiste en recoger con las manos grano a grano, con el cuidado de no dañar la planta, e ir colocándolos en canastos que llevan colgados a su cuerpo y cuando se llena van descargándolos en sacos.
Por muy fácil y sencillo que se pueda ver, depende del recolector conocer perfectamente el proceso de maduración del fruto, la cereza debe estar de color rojo intenso. Es una labor que se hace a la intemperie, expuestos al sol y con la humedad características que emanan los cafetales.
Es por esto que en casi todos los países donde el café forma parte fundamental de la economía que los recolectores se organizan en gremios para exigir condiciones de trabajo que no pongan en riesgo su salud y que garanticen poder continuar con la vida del campo.
Por esto y más cada vez que se sirve un café, se debe recordar que ese sabor exquisito no sólo lo logra quien prepara, sino también de quienes con sus manos lo recolectó grano a grano.
