Definir el gusto de las bebidas y determinar su calidad es algo que no necesita de grandes conocimientos, el ser humano con su sentido del gusto es capaz de identificar varios sabores en una misma bebida, es así como se reconocen los tonos y sus intensidades en vinos, tés y del café, entre otros.
Responder a qué sabe el café puede parecer un poco difícil y complicado, pero cuando se prueban diferentes granos, se puede comenzar a darle respuesta a esa pregunta, un café arábico tiene tonos suaves, ácidos y muy aromáticos, dependiendo de su origen puede tener tonos afrutados o achocolatados.
También es importante tomar en cuenta que el sabor del grano siempre dependerá de varios aspectos, el punto de recolección de la fruta, que debe estar bien madura, el despulpado, el lavado, secado, pero por sobre todo el tostado, el grado de tostión que le dé el tostador siempre será el punto final del proceso para tener un grano listo y perfecto para preparar la bebida.
Ya cuando se tiene el grano perfecto viene la hora de preparar el café, tener la molienda ajustada para la forma en la que se preparará es muy importante, fina para procesos de filtrado bajo presión como en las máquinas espresso o cafetera italiana, molienda media para procesos de filtrado y grueso para la prensa francesa.
Ya con la molienda lista y el proceso en el que se preparará elegido sólo queda hacerlo, una vez que se tiene el café en la taza, se comienza a sentir el aroma, los tonos ácidos, afrutados y achocolatados que se irán convirtiendo en la identidad de ese café.
Por último se podría decir que no hay una respuesta definitiva, el café sabe diferente en cada paladar, siempre será el gusto individual el que definirá el sabor del café, cabe acá recordar una de las célebres citas del político francés Talleyrand cuando dijo que “un buen café debe estar caliente como el infierno y ser negro como el diablo, puro como un ángel y dulce como el amor”.