En estos tiempos donde se busca que todo lo que se consume y ocupa en el día a día sea de origen natural, sin sufrimiento animal y que además sea de alta calidad llega el café de especialidad, y es que más allá que lo diga el empaque, lo importante es conocer qué es lo que realmente lo hace especial.
Obtener un café de especialidad es todo un proceso que inicia con la siembra de una semilla arábica que debe cultivarse en un terreno con una altura y clima óptimo, recolectarse manualmente en el momento indicado, cuando la cereza esté completamente roja y madura, cuidar el proceso de despulpado, lavado, secado y almacenamiento. Esta parte del proceso depende íntegramente de los caficultores.
Después de tener el grano verde perfecto, viene la tarea del tostador, que debe, con su pericia y conocimientos, darle el grado de tostión acorde para que el barista prepare una taza digna de competición.
Para calificar este café como de especialidad, los catadores “Q grader” certificados por la Specialty Coffee Association (SCA), lo deben calificar con más de 80 puntos en una escala que alcanza hasta 100, donde evalúan desde el aroma, el tono, la intensidad, el carácter y ausencia de defectos.
El café de especialidad es todo un arte que obliga a tener procesos perfectos en toda la cadena de obtención del grano y preparación de la bebida, es un café con un valor superior a los que se consiguen diariamente en los anaqueles, pero que sin lugar a dudas vale cada peso.