El cambio climático y sus efectos no sólo están causando alteraciones ambientales que derivan en sequías, inundaciones, deshielo y extinciones de especies animales por las alteraciones del medio ambiente, sino que ya comenzó a afectar la producción de alimentos, entre ellos el café.
El café se ha convertido en un elemento indispensable en prácticamente cada mesa alrededor del mundo, la migración humana, la tecnología y el libre acceso al consumo viene generando un flujo de comercialización del grano cada vez mayor, obligando a los países productores a sembrar en mayores extensiones de terreno y a explotar las bondades de la tierra con períodos de cultivo y cosecha más frecuentes.
Para la producción de café Latinoamérica tiene una ubicación geográfica privilegiada, las condiciones climáticas y la altura de sus terrenos hacen que 5 de los 10 países mayores productores del mundo estén allí, Brasil por el volumen de venta que logra anualmente y Colombia por la calidad de su grano.
Todo esto ha llevado a la región a alcanzar grandes beneficios donde alrededor de 14 millones de personas se emplean en esta industria, sin embargo el cambio de temperatura viene causando alteraciones en las plantaciones de café que afectan gravemente la producción, sequías que hacen que la tierra pierda humedad y la planta no de los frutos esperados, o por el contrario excesos de lluvias.
Esto último es lo que viene ocurriendo en Brasil, donde se pronostica que las fuertes precipitaciones causaran inundaciones en las zonas cafetaleras haciendo perder grandes cantidades de café, causando un déficit mundial, pues recordemos que es el país con la mayor producción del grano en el globo.
Además, también se tiene un pronóstico de fuertes cambios en el clima colombiano, vaticinando que para el año 2055 la tierra apta para el cultivo de café se podría reducir en un 65%, esto es más que una alerta roja para el mundo.
No sólo se trata de deshielo y pérdida de bosques, crecida de ríos o extinción de animales, sino también que el cambio climático está afectando la producción de alimentos que paulatinamente podría dejar a millones desempleados y mesas con pocas opciones, mucho que pensar y aún más que cambiar en la forma de vivir para poder preservar lo que aún queda.