Mucho se habla de las propiedades del café, de la gran cantidad de nutrientes esenciales que contiene, de su aporte en mejorar el rendimiento físico, funciones cerebrales y aspectos cognitivos e incluso que puede alargar la vida gracias a sus antioxidantes, pero poco se comenta de su principal componente, la Cafeína, dentro del mundo de las medicinas.
La Cafeína fue descubierta en el año 1.819 por el químico Alemán Friedrich Ferdinand, quien la definió como un antioxidante alcaloide del grupo de las xantinas, que actúa como un estimulante del sistema nervioso central, pero fue en el 1.838 que se comenzó a emplear con efectos más terapéuticos que placenteros.
Hoy en día se puede conseguir la cafeína como componente de muchos fármacos, es normal verla en las cajas de los analgésicos, antialérgicos compuestos, en los medicamentos destinados al resfriado fuerte, entre otros.
En el caso de los antialérgicos compuestos, muchas veces dentro de sus efectos adversos se hace presente la somnolencia y por este motivo incluyen la cafeína, para contrarrestar la sensación de sueño que causan, pero el principal motivo por el que la industria farmacéutica la ocupa cada vez más como compuesto adicional, es por su efecto calmante, pues se ha comprobado que los analgésicos que contienen entre 100 y 130 miligramos de cafeína son mucho más efectivos.
Sin embargo, las farmacéuticas muy poco ocupan el grano de café para extraer la cafeína que incluyen en las medicinas, ya que la fabrican de forma sintética en laboratorios donde alcanzan fórmulas que dan con la misma composición de la natural.
Queda más que claro que la presencia del café y sus muchos componentes están y estarán por inimaginable cantidad de años presentes en el día a día de muchos.
